-¡Caray,
Margaret! Cualquiera diría que estamos en cueros en esta historia. No partimos
de cero -aseguró, rotundo, Bob Bryan- Gracias a los datos facilitados por
Pieterf, además de los que hemos obtenido de ese canalla de Homer, junto a los
seguimientos efectuados, hoy conocemos mucho mejor a nuestro enemigo.
-No
deja de ser un consuelo, porque por lo demás...-fue el desalentado comentario
de Margaret.
-Bueno,
bueno. Has dicho que ibas a confiar en mí. ¿no? ¿Acaso te he defraudado alguna
vez? ¿O era tan inconsistente tu promesa que unos minutos han bastado para
olvidarla? -así reprochó Bob el frío comentario de Margaret.
-¡Oh,
Bob, mi fiel amigo del alma! Me tienes que perdonar. Te confieso que, desde que
Pieterf nos presentó su informe, me encuentro abatida ante tantas dificultades.
Cada vez me siento más intranquila por el resultado de este peligroso asunto.
-¡Bah!,
no debes preocuparte por lo que diga Pieterf. Si algo he de admitir, es que se
trata de un hombre de recursos. No tengo la menor duda de que, llegado el
momento, sabrá estar a la altura de su enorme experiencia. Además, yo todavía
dispongo de muy buenas ayudas en mi antiguo departamento. Te propongo que tú y
yo dediquemos un tiempo a pensar en esas dificultades que te inquietan y tratar
de despejar alguna incógnita del problema.
-Como
tú digas.
-Bien.
Conocemos de primera mano las principales costumbres y buena parte del carácter
del general O´Connell. Es un hombre austero, casi espartano, metódico
compulsivo, del que no se le conocen vicios o costumbres licenciosas. Tampoco
aficiones costosas, a excepción del gusto por la buena mesa que practica en los
mejores restaurantes de la ciudad, en una o dos ocasiones al mes. Misógino y
desconfiado hasta la exageración, parece que su única ambición está determinada
por una exacerbada ansia por el ejercicio del poder. La riqueza o las bellas
mujeres le traen sin cuidado, pero daría uno de sus brazos por mandar o influir
en las más altas esferas del poder político o financiero de la Nación
-Eso
dicen, pero... ¿crees que sirve de algo esa detallada descripción?
-¡Claro
que sirve! El más pequeño detalle del enemigo puede ser vital para lograr una
victoria decisiva sobre él. El conocimiento de la personalidad del general nos
proporciona datos sobre sus futuras reacciones ante nuestras acciones de
ataque. Podremos preverlas y mantenernos siempre varios pasos por delante de
él.
-Está
bien. Entendido. Continúa por favor -concedió Margaret, que comenzaba a interesarse
por las explicaciones de Bob.
-De
acuerdo. Como bien dijo Pieterf, es casi imposible asaltar al general, a pesar
de sus invariables hábitos diarios, que traen de cabeza a su escolta. Cada día
sale de su exclusivo y blindado apartamento de la 5th Avenue, en el límite de
Central Park y muy cerca del Metropolitan Museum of Art. Acompañan a su coche
otros dos vehículos, todos ellos blindados, con un total de siete
guardaespaldas. El cortejo desciende por Park Avenue y se detiene en The Towers
of Waldorf Astoria, en el 100 East 50th Street, en cuyo salón Astoria desayuna.
En el vestíbulo del edificio Waldorf existe una entrada privada que le conduce
directamente al salón donde ya tienen preparada su mesa. Mientras, parte de su
escolta le espera en el vestíbulo y el resto cuida de los coches.
-¿Y
todos los días hace lo mismo?
-Con
puntualidad matemática, salvo algunos sábados y domingos. No todos, porque no
es raro verle llegar al trabajo alguno de esos días de fin de semana.
Finalizado su breakfast, siguen por Park Avenue hasta llegar a Broadway por Union
Square, y lo recorren hasta desembocar en Delancey St. por Bowery. A
continuación cruzan por el Williamsburg Bridge para entrar en Long Island. Lo
atraviesan de arriba a abajo y entran en Staten Island por el Verrazano-Narrows
Bridge, para llegar a la sede del SSD. en Grymes Hill, a las siete y media en
punto.
-¿De
verdad repite cada día el mismo trayecto con la misma puntualidad?
-Así
es. Es un auténtico maniático de la puntualidad. Llueva, nieve o se produzca el
mayor atasco del mundo, él llegará a su despacho a idéntica hora cada día. Y su
regreso a casa será igual, salvo que su parada en The Towers será para tomar
una copa en su afamado Bull & Bear Bar.
-Eso
quiere decir que es vulnerable al menos en dos ocasiones al día -dijo Margaret.
-No
lo creas. Los accesos están estrechamente vigilados por sus hombres y los de la
seguridad del Waldorf. Nada se puede hacer contra él, pero tienes razón, es un
buen momento que debemos aprovechar.
-¿Cómo?
-Verás
lo que tengo pensado. Recientemente se ha dotado, de forma muy restringida, de un novísimo sistema de escaneado de tarjetas de
seguridad a ciertos agentes especiales. Tengo la posibilidad de hacerme con uno de ellos, gracias a la buena
amistad que mantengo con un antiguo colega, y aquí entras tú.
-¿Yo?
¡Pero si no entiendo nada de esos chismes tan complicados!
-No
hace falta entender. Verás: Este aparato está capacitado para captar las
emisiones de cualquier instrumento de activación electrónica o tarjeta de
seguridad, por muy débiles que sean. Una vez conocidas sus características,
duplicarlos es un juego de niños. Su efectividad decrece con la distancia al
objetivo y, a su vez, aumenta el tiempo necesario para efectuar el escaneado.
Más allá de un metro de separación, el aparato resulta ineficaz, y para esta
distancia límite se necesita no menos de 5 minutos de funcionamiento sin interrupciones.
-¡Es
increíble! ¿Y ese sistema es capaz de analizar los dispositivos, aun estando en
reposo? Quiero decir... apagados.
-Claro.
Lo primero que hace el sistema es activarlos.
-¡Cielos,
me dejas asombrada! -exclamó Margaret- Pero sigo sin saber qué demonios pinto
yo en todo eso.
-Muy
sencillo. Tú estarás en el salón Astoria desayunando a menos de un metro de la
mesa donde O´Connell estará dando buena cuenta del suyo. Esta operación debe
hacerse en no más de dos días. El primero dedicado a ver y solicitar la
situación más favorable de cara al buen funcionamiento del aparato y el segundo
para realzar la operación. Emplear más tiempo despertaría las sospechas del
general.
-¿Y
si no puedo acercarme tanto?
-Tendrás
que improvisar, pero ha de hacerse en tu segundo día de estancia en The Towers
sin falta. Para que te hagas una idea, el escáner necesitaría 5 segundos si la
posición de ambos, tú y O´Connell, fuese de mutuo contacto. Ingresarás mañana, es decir que pasado mañana
será tu primer desayuno allí. Controlarás el tiempo exacto de llegada del
general y la posición que ocupe. Al día siguiente, bajarás al salón antes de su
llegada, habrás reservado la mesa adecuada y estarás sentada en el lugar
preciso, a poder ser, de espaldas a él. Tan pronto llegue activaras el
dispositivo y, en cuanto hayas acabado, saldrás disparada de allí.
-De
acuerdo -afirmó Margaret- ¿Pero ya estás seguro de obtener alojamiento en un lugar tan exclusivo con
tanta precipitación? Tengo entendido que hace falta reservar con meses de
antelación.
-Estoy absolutamente seguro.
Ahora mismo me pongo a trabajar en la reserva. Estos sitios alardean de ocupación, pero siempre hay
huecos entre las suites más caras. Sobre todo para "la excéntrica
millonaria Muriel Dallamore"