viernes, 12 de diciembre de 2014

Capítulo XXXIV

La sombra de un fantasma sin nombre, porque no es de nadie, sobrevuela New York


Por fin, después de muchos días de continua preocupación, sobresaltos y de sufrir situaciones peligrosas sin cuento, Margaret pudo gozar de un tiempo de calma y solaz. Respiró al fin tranquila: Había cumplido la firme promesa que formuló al dejar España, con el propósito de vengar el asesinato de su hijo Joe.

La muerte de Rossano, el hombre que ordenó aquel despiadado crimen, había colmado su sed de revancha y, en aquel momento, se hallaba con el ánimo sosegado, plena de calma, ante una caja que contenía algunos recuerdos personales de Joe. Fue un afortunado hallazgo, descubierto, junto al resto de la documentación, durante el asalto nocturno al apartamento de su hijo en Los Cloisters, sin que hubiera tenido la oportunidad de revisarlo desde entonces.

Hacía menos de una hora que Pieterf le había llamado para anunciarle su llegada y mataba el tiempo de la espera, revisando su emotivo contenido. En su interior había cartas, fotografías, videos y los más variados objetos, recuerdos, quizás, de viajes o, también, de momentos felices vividos, merecedores de ser recordados y atesorados.

De pronto, reparó en una hoja manuscrita. La leyó y no pudo reprimir que un torrente de lágrimas inundara sus ojos y los desbordara, para resbalar por sus mejillas hasta rociar su regazo.

En ese momento, el timbre de la puerta sonó anunciando la llegada de Pieterf. Margaret ahogó un suspiro e intentó borrar precipitadamente las huellas de su conmovedora evocación, antes de franquearle la entrada.       

Pero sobre su humedecido rostro quedaban sin restañar los restos de su anterior llanto y a Pieterf no le pasaron desapercibidos.

-¿Qué ha pasado, Margaret? -preguntó, preocupado- Noto que has tenido un disgusto.

-No ha sido un disgusto. He llorado, sí, pero ha sido de emoción. Toma. Lee esto -Margaret le entregó el escrito y él lo leyó en silencio. Decía así:

 
To Mum On Her Birthday


On your happiest day,

The day of your Birth,

A poem to you will be

My best possible gif:


I woke up early today

To meet a shiny ligth.

It was the rising sun

That came to greet you, mum.

 

Me too I want to express

How much I love you, mum,

Because you gave me life

And everything I possess.

 

I promise I´ll always love you, mummy!

This is true as the sky is starry!

 J. F.

 El pequeño había querido expresar algo parecido a esto:

A mami en el día de su cumpleaños

En este tu feliz día - día de tu cumpleaños - quiero escribirte un poema - como mi mejor regalo.

Hoy me levanté temprano - y encontré una luz radiante - era el sol que amanecía - y venía a saludarte.

Yo también quiero decirte - ¡Oh mami, cuánto te quiero! - porque me diste la vida - y todo lo que yo tengo.

Mami, mami, te prometo - quererte tanto y tan cierto- como estrellado es el cielo.

-Bonitas palabras -afirmó Pieterf- Son de tu hijo Joe ¿eh?

-Sí, me las escribió cuando apenas contaba con nueve años. No podía imaginar que después de tanto tiempo guardara todavía este infantil poema. A pesar de tener el corazón endurecido por tantos penosos avatares como la vida me ha obligado a superar, no he podido retener las lágrimas -reconoció Margaret, al tiempo que su voz se quebraba al pronunciar estas últimas palabras.

Pieterf apoyó su brazo sobre los hombros de Margaret, en una clara actitud de ofrecerle su aliento y su amigable apoyo. Y durante ese mutuo contacto, sin proponérselo, ambos sintieron la misma mágica sensación que experimentaron al estrechar sus manos por primera vez. Se miraron durante unos segundos con expectante sorpresa, envueltos en una fascinante percepción, a la vez que presos de una muda e indefinible emoción.

Pero no hubo más. La emotiva escena quedó interrumpida por la aparición de Bob Bryan, que acudía a la llamada que le hizo Margaret anunciándole la llegada de Pieterf, para deliberar sobre el pendiente ataque al general O´Connell.

Pronto se hallaban inmersos en la discusión de cómo afrontar el reto de acabar con su peligroso enemigo.

-Por más vueltas que le doy a este asunto -confesó Pieterf-, no consigo ver la forma de acceder a la documentación secreta de O´Connell. He pensado en olvidarnos de él y trabajar sobre sus compinches en las altas esferas. Ellos serán mucho más permeables y podremos obtener con mayor facilidad la información necesaria sobre sus asuntos ilegales comunes. Hecho esto, lo tendremos en nuestras manos, bien agarrado.

-¡Ni hablar! -exclamó Bob- Eso nos llevaría meses de nuevas pesquisas. Sería como partir de cero. Te recuerdo que tanto tú, como Margaret estáis amenazados de muerte por este cerdo y ella está mucho más expuesta. Debemos actuar sin demora e ir directamente contra el general. Si otros caen con él, será un valor añadido, pero nada más.

-Creo que Bob tiene razón -terció Margaret.

-Lo entiendo -concedió Pieterf- pero ya me diréis cómo hacerlo. Tal como yo lo veo, ir de frente contra el general es una misión imposible. Nos estrellaríamos contra el muro impenetrable de su poderosa organización.

-Eso habrá que verlo -aseguró Bob, que todo lo que fuera contradecir a Pieterf le hacía crecerse, más aun estando Margaret presente- He obligado a nuestro cautivo Homer a colaborar para levantar un plano completo de la sede del SSD. Quiero que lo revises y corrijas o completes todo lo que creas conveniente. Indícame en él, por favor, todos los elementos de seguridad que conozcas.

-No hay problema, aunque me temo que de poco te va a servir.

-Yo espero que sí. Estoy elaborando un buen plan y pronto te lo haré saber -terminó así Bob la discusión.

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